• May 9th, 2024
  • Thursday, 12:34:59 AM

Un Legado de Racismo Tóxico


Foto: Sierra Club/Henrik Kam Necesitamos techos verdes para protegernos (Alameda, CA).

 

Javier Sierra

 

Nuestros hijos y nietos no merecen este legado de racismo tóxico, sino heredar un planeta viable, saludable y próspero.

 

Se habrá preguntado por qué nuestra gente, al igual que otras comunidades de color, recibe un castigo de contaminación mucho más severo que los estadounidenses blancos. ¿Por qué tantas de nuestras comunidades respiran un aire tan tóxico?

 

No es un accidente. Es intencional —una herencia de racismo tóxico producto de casi un siglo de prácticas segregacionistas que condenaron a nuestra gente a vivir en algunos de los lugares más indeseables de Estados Unidos.

 

En inglés se llama “redlining”, por el color rojo que la Corporación de Préstamos a Dueños de Casas (HOLC) usó durante 30 años en sus mapas para marcar las áreas del país que no se merecían recibir préstamos hipotecarios debido a la “infiltración de extranjeros, negros o poblaciones inferiores”.

 

Un nuevo estudio publicado en Environmental Science and Technology Letters confirma que pese a que esta práctica racista se eliminó hace 50 años, sus catastróficas consecuencias perduran. Comparados con la población blanca, los residentes de las áreas marcadas en rojo viven hoy con más smog, materia particulada y otros peligrosos contaminantes procedentes de carros, camiones, plantas térmicas de carbón y otras fuentes tóxicas que sus contrapartes blancos. En resumen, 45 millones de personas respiran aire tóxico en Estados Unidos.

 

El catedrático Joshua Apte, coautor del reporte, dijo al Washington Post que, “si solo miramos al número de personas que mueren debido a la contaminación del aire, este es probablemente el problema de salud ambiental más importante del país”.

 

El abuso contra estas comunidades se acentúa si consideramos que en ellas es donde se construyen un desproporcionado número de focos de contaminación, como autopistas, refinerías, puertos y otras instalaciones de gran toxicidad donde se queman cantidades industriales de combustibles fósiles.

 

De las 202 ciudades donde se realizó el estudio, en las cuatro peores —Los Ángeles, Atlanta, Chicago y Essex County/Newark— viven millones de latinos. Incluso en las mismas áreas indeseables, los residentes de color respiran peor calidad de aire que los residentes blancos no hispanos.

 

El reporte concuerda con los resultados de infinidad de encuestas y otros estudios que resaltan estas sistemáticas injusticias ambientales. Un sondeo del Sierra Club y Green Latinos reveló que la contaminación impacta la calidad de vida del 89% de los votantes latinos; que el 40% vive, estudia o trabaja peligrosamente cerca de un lugar tóxico, como una autopista, una refinería o una planta térmica de carbón, y que elevados o muy elevados porcentajes sufren de asma, bronquitis crónica y cáncer.

 

La solución a esta tragedia nacional es el abandono acelerado de los combustibles fósiles y abrir de par en par las puertas a una economía de energía limpia y eficacia energética. Un reciente estudio de la Asociación Pulmonar Americana indica que optar por vehículos y energía limpia, como la solar y la eólica, salvaría 110.000 vidas y ahorraría $1,2 billones (trillions) en beneficios a la salud y $1,7 billones en beneficios climáticos en los próximos 30 años.

 

El reporte se centró en los 100 condados con el mayor porcentaje de personas de color, el 3% del total nacional, y concluyó que solo en ellos los beneficios de la energía limpia ascenderían a $155.000 millones.

 

Esta transformación absolutamente esencial cumpliría también con las prescripciones de la ciencia climática. Según las conclusiones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU, para evitar las consecuencias más catastróficas del calentamiento global, la humanidad tiene que reducir su consumo de combustibles sucios en un 43% para el año 2030 y en su totalidad para 2050.

 

Nuestros hijos y nietos no merecen este legado de racismo tóxico, sino heredar un planeta viable, saludable y próspero.

 

 

Javier Sierra escribe la columna mensual bilingüe del Sierra & Tierra.

 

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