• April 29th, 2024
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Lecciones de las Victorias del Aborto en América Latina


Photo: Las Libres Verónica Cruz is the co-founder of Las Libres, that has worked to end violence against women and expand access to sexual and reproductive health services in México. / Foto: Las Libres Verónica Cruz es cofundadora de Las Libres, que ha trabajado para acabar con la violencia contra las mujeres y ampliar el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva en México.

 

Por Tina Vasquez

 

El movimiento por el derecho al aborto en Estados Unidos enfrenta la lucha de su vida. Si bien un anteproyecto filtrado de la opinión “Dobbs vs. la Organización Jackson para la salud de la Mujer” fue un preaviso de que la sentencia “Roe vs. Wade” sería anulada, la decisión de la Corte Suprema de Justicia de EE. UU., dada a conocer el 24 de junio, siempre fue un golpe devastador. En los meses subsiguientes la situación solo se ha vuelto más apremiante para quienes necesitan cuidados médicos relacionados a la salud reproductiva. Para el mes de octubre de 2022, el aborto estaba ya prohibido o severamente restringido en 15 estados, mientras 11 estados y territorios adicionales amenazan con limitar o eliminar acceso al procedimiento.

 

A causa de los impedimentos, quienes requieren abortos en EE. UU. buscan alternativas —incluso fuera del país.

 

Foto: Protoplasma K/flickr/cc Mujeres de todo México afirman que es crucial crear un amplio movimiento a favor del derecho a decidir para impulsar el aborto legal y seguro.

Por más de 20 años, la organización feminista Las Libres, con sede en Guanajuato, ha luchado para eliminar la violencia en contra de las mujeres; y para expandir su acceso libre y seguro a cuidados de salud sexual y reproductiva en todo el territorio mexicano. En enero de 2022, el colectivo estableció una red con activistas al otro lado de la frontera, en Texas, a fin de proporcionar los medicamentos necesarios para abortos autogestionados, fuera de un entorno médico. Desde la decisión judicial, la red se ha expandido, formando alianzas con activistas en estados norteamericanos donde el aborto está prohibido or restringido.

 

“Tienen una gran oportunidad en Estados Unidos para que ejerzan presión por un derecho colectivo, no sólo como un derecho individual de cada mujer”, dice Verónica Cruz, cofundadora de Las Libres. Advierte que “esto no va a pasar de la noche a la mañana; pudiera tomar de 10 a 20 años. Pero al margen de cómo se den las cosas, el movimiento en Estados Unidos está ahora más vivo que nunca”.

 

Cruz habla con el respaldo de la experiencia. El papel que jugó su organización fue trascendental en la lucha para legalizar el aborto en México. Su trabajo comenzó el año 2000, cuando los legisladores de Guanajuato abolieron la única excepción a la prohibición del aborto: en casos de embarazos producto de violación. Las Libres procedieron a organizar acciones directas y a exponer en público testimonios de sobrevivientes de agresiones sexuales, lo cual nunca se había hecho antes.

 

Foto: Protoplasma K/flickr/cc En una demostración de solidaridad, simpatizantes en México se manifiestan (2018) a favor de una legislación para abortos legales y seguros en Argentina.

“Estábamos muy molestas y disgustadas. Protestamos, manifestamos nuestra indignación, y comenzamos a trabajar para garantizar que las mujeres tuvieran acceso a este derecho”, dice Cruz.

 

Décadas de activismo eventualmente dieron fruto. En septiembre de 2021 la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó, por unanimidad, que criminalizar el aborto era inconstitucional, dando paso a que el aborto sea legal a en toda la república mexicana.

 

El triunfo en México se alcanzó poco tiempo después del logro en Argentina, que legalizó el aborto en enero de 2021. A México le siguió Colombia, que legalizó el aborto en febrero de 2022. Colombia autorizó la realización de un aborto hasta las 24 semanas de gestación, lo que hizo la ley colombiana una de las más liberales del mundo desde su inicio.

 

Mientras el movimiento estadounidense en pro de los derechos reproductivos se agrupa de nuevo, algo es evidente: Hay mucho que aprender del activismo en América Latina.

 

Empujando Cuesta Arriba

 

Aunque las condiciones sociopolíticas que fomentaron los movimientos en Argentina, Colombia y México no son idénticas a las de EE. UU., hay claras similitudes.

 

Según la abogada argentina Mayca Balaguer, de Córdoba, las activistas estadounidenses tienen ante ellas un camino cuesta arriba, dadas las —cada vez más confusas— disposiciones estatales.

 

Para Balaguer es evidente cómo la decisión Dobbs envalentonó a las fuerzas opositoras, creando un ambiente extenuante para quienes estaban tratando de proteger el acceso legal al aborto, especialmetne cuando las leyes varían radicalmente de un estado a otro. Cuando los cuidados médicos en procesos de aborto son legales en un estado, y penalizados con cárcel de por vida en otro, es mucho lo que está en juego y las activistas de a pie pueden agotarse rápidamente, dice Balaguer.

 

“Me parece que cuando se da un resultado legal como ese, lo primero que hay que hacer es un diagnóstico”, responde la abogada cuando se le pregunta sobre cuáles serían los posibles siguientes pasos para los defensores norteamericanos. “Estudia lo que sucedió y cómo llegaste a este lugar. Analiza todo lo que ocurrió y trata de entender los porqués —todos los factores. Trata de desglosar los elementos para formar un mapa de la situación”.

 

“No es seguro cuando se estigmatiza y criminalize. En Estados Unidos… hay mucho trabajo por hacer para reestructurar realmente la conversación y producir un cambio cultural amplio dentro del cual el aborto sea visto como una parte esencial de la vida y algo que sucede”.
Verónica Cruz, Las Libres

 

Balaguer se sumó a la lucha por el derecho al aborto en Argentina en 2014, cuando era una estudiante. Después ofreció su experticia legal a la “Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito», que había iniciado en 2005 y se convirtió en una fuerza formidable dentro del movimiento argentino por la legalización del aborto.

 

Al movimiento se integraron activistas, abogadas, proveedores de salud, proponentes de la causa, organizadoras y mujeres regulares, todas canalizando su energía para despenalizar el aborto. Semana tras semana, mes tras mes, año tras año, se convirtieron en una fuerza nacional, ondeando sus característicos pañuelos verdes hasta el mismo momento en 2020 cuando el Congreso argentino aprobó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Promulgada el 14 de enero de 2021, la IVE permitía a partir de entonces la práctica del aborto durante las primeras 14 semanas de gestación.

 

En contraste, las activistas colombianas obtuvieron el derecho al aborto a través de las cortes judiciales. En 2021, más de cien activistas individuales, junto con 92 organizaciones civiles le solicitaron a la Corte Constitucional que abordara el tema del aborto, lo cual hizo en febrero de 2022. La Corte no solo lo abordó, sino que aprobó la interrupción de un embarazo en cualquier punto hasta la conclusión del segundo trimestre.

 

Fue un avance sorprendente en un país conservador, mayormente católico. El aborto había estado totalmente prohibido hasta el 2006, cuando por primera vez se despenalizó el aborto por tres causales: si la vida o la salud de la madre corría peligro; en casos que el feto presentara una anormalidad severa incompatible con la vida; y cuando el embarazo fuera el resultado de una violación.

 

La decisión fue impulsada por la demanda de más de 100 organizaciones que se amalgamaron para eliminar el delito del aborto y se conformaron en una agrupación llamada “Causa Justa”, un movimiento “que busca la libertad y la autonomía reproductiva de todas las mujeres sobre sus cuerpos y sus proyectos de vida”, como se lee en su sitio web.

 

Una de esas organizaciones fue “Women’s Link Worldwide”, una asociación feminista transnacional que usa el poder del derecho no solo para ganar un caso, sino para  “alcanzar cambios sociales sostenibles,” dice Mariana Ardila, quien en su momento fuera la abogada y vocera de la organización. Litigar puede ser una herramienta de activismo. Brinda una oportunidad para organizar, ganar aliados y socios, producir materiales educativos, planear eventos públicos, y definir estrategias.

 

“Hay muchas decisiones en papel que en la práctica no transforman la realidad de mujeres y niñas y personas embarazadas”, dice Ardila. Es crucial construir un movimiento amplio, añade, para que cuando se dé un dictámen legal favorable, ya se hayan sembrado las semillas socioculturales para que esas leyes se implementen. Y si el fallo es contrario, los proponentes aún saldrán con un movimiento más fuerte y más unido, listo para combatir información errónea que surja alrededor de la discusión. Esto es especialmente importante cuando el tema es el aborto, que está envuelto en desinformación y estigma.

 

Ardila dice que darle vuelta al guion en lo que respecta a los puntos contrarios que comunmente se repiten sobre el aborto fue un factor importante del trabajo de Causa Justa. Ese cambio condujo a que algunos políticos públicamente apoyaran el aborto por primera vez. Un elemento esencial de la demanda que interpuso el grupo en Colombia se enfocó en la “libertad de conciencia”.

 

Una versión de este argumento se viene usando en contra del acceso al aborto desde hace mucho, lo cual dio pie a la negación de ese servicio de salud exclusivamente en base a criterios religiosos.

 

“Pero le dimos vuelta a ese argumento y dijimos: ‘Okay, esta regulación que criminaliza de aborto en efecto impone decisiones sobre la conciencia de las personas, con las que ellos posiblemente no estén de acuerdo, por lo que impide que cada quien tome decisiones de acuerdo a su propia conciencia’”, expresa Ardila, quien añade que “éste fue uno de los argumentos que la Corte aceptó. Por primera vez, la libertad de conciencia se utilizó para proteger el acceso al aborto y el derecho a él —y no para oponerse a ellos”.

 

Según lo explican abogadas y activistas en Colombia, México y Argentina, asegurar el derecho al aborto fue el resultado del abordaje desde varios flancos: la organización de las bases, el litigio estratégico y, lo más importante, el cambio de la narrativa.

 

En Colombia, Ardila lo llama “la despenalización social” del aborto. Es decir, eliminar el  estigma sobre el aborto, cambiando la manera como las personas piensan, hablan y se sienten respecto a la práctica que es esencialmente un cuidado de la salud.

 

“Si solo arreglas la ley mediante una demanda judicial o un proyecto de ley —y las personas siempre piensan que la práctica no debería de suceder— es muy posible que la decisión jurídica no se implemente o que se revierta, como sucedió en Estados Unidos”, dice Ardila. “Lo dijimos claramente: Esto no se trata de si el aborto es bueno o malo; si estás de acuerdo o en desacuerdo; si quieres un aborto o no. Se trata de cómo regular el aborto. ¿Lo queremos regular mediante leyes punitivas, que son ineficaces para prevenir el aborto y que ponen a mujeres vulnerables en riesgo? ¿O queremos tratar otros medios para reglamentar el aborto, por medio de leyes de salud y políticas sociales?”.

 

El movimiento a favor del derecho al aborto tiene que establecer los términos del debate, reafirma la abogada feminista Sabrina Cartabia Groba, quien participó en la lucha para procurar ese derecho en su país, Argentina. Ella dice que para fines de una comunicación más efectiva, se rechazó todo lenguaje de muerte expresado en frases como la muerte de “bebés no nacidos” o incluso al referirse a la muerte de mujeres a consecuencia de abortos clandestinos e inseguros.

 

“Por qué es que ‘el aborto’ es un concepto relacionado con la muerte y no con la vida?”,  pregunta Cartabia Groba. “Siempre tendremos este tipo de tabú en torno al aborto, pero necesitamos cambiar esa narrativa y comenzar a hablar acerca de las razones por las cuales las mujeres se los practican. ¿Qué significa en las vidas de esas mujeres? Significa oportunidades; alternativas; libertad”.

 

Balaguer prefiere apoyarse en el ángulo del cuidado a la salud. Las mujeres mueren  a consecuencia de abortos inseguros. Y es importante subrayar que “mujeres muriéndose es más trágico que bebés sin nacer”, dice ella.

 

“Si quieres enfocarte en la mujer decidiendo, eso no es tan amable”, explica Balaguer. “Nadie quiere a una mujer libre. Eso no vende”.

 

Cruz, del grupo mexicano Las Libres, concuerda que el cambio en el discurso es crítico para ampliar el acceso al aborto. Ella se refiere a estos esfuerzos como el “trabajo de hormigas”: poco a poco, las personas comienzan a entender que el aborto es natural, seguro y que siempre ha existido.

 

“No es seguro cuando se estigmatiza y criminaliza”, dice Cruz, y pausa para expresar su siguiente apreciación. “En Estados Unidos… hay mucho trabajo por hacer para reestructurar realmente la conversación y producir un cambio cultural amplio dentro del cual el aborto sea visto como una parte esencial de la vida y algo que sucede”.

 

Balaguer observó este cambio suceder en Argentina, cuya población comenzó a reconocer el aborto como una parte normal de la atención médica para el cuidado de la salud.

 

“Poder hablarlo; reducir el estigma y cambiar lo que las personas conocían del tema fue crucial”, dice Balaguer. “Lo que sucedió en 2018 fue que todo el mundo comenzó a hablar sobre el tema en sus hogares, en la escuela, y en las instituciones”.

 

La Lucha Sigue

 

Es un hecho que los retrocesos que enfrentan los movimientos en defensa del aborto a nivel global no están limitados por fronteras nacionales. Agrupaciones internacionales en contra del aborto están tratando ya de usar de la decisión Dobbs como arma de ataque. Para asociaciones como Las Libres, es un recordatorio que proteger los derechos reproductivos significa tener que defenderlos constantemente.

 

La Suprema Corte de Justicia de la Nación azteca despenalizó el aborto en septiembre de 2021, la misma semana que el estado de Texas abrobó la ley S.B. 8, la prohibición más extrema y severa en EE. UU. hasta ese momento. Esa ley prohibió el aborto cuando se detecte actividad eléctrica en el embrión, lo cual sucede aproximadamente a las seis semanas de gestación, cuando muchas personas ni siquiera saben que están embarazadas. La ley también permite que ciudadanos particulares —al margen de si viven en el estado o no tengan relación con una paciente— interpongan demandas en contra de un proveedor de abortos si viola la prohibición de las seis semanas, y también en contra de cualquier persona que le haya ayudado a obtener un aborto después del período estipulado.

 

Tanto la decisión en México como las disposiciones en Texas están enlazadas, razón por la cual Cruz dice que su misión es proceder a “trabajar por el acceso universal al aborto, para toda persona, en todo lugar”.

 

Defender el acceso al aborto requiere valoraciones personales sobre el nivel de riesgo que cada quien esté dispuesto a asumir, explica Cruz. Las integrantes de Las Libres tomaron la decisión consciente de proveer acceso al aborto médico, en abierto desafío a la ley; y a pesar de las críticas provenientes incluso de otros grupos feministas. Hasta la fecha, ella sostiene que la labor realizada por Las Libres no fue ilegal, porque el acesso al aborto está protegido por leyes internacionales de protección a los derechos humanos.

 

Cruz recomienda a las activistas estadounidenses que no romanticen el movimiento. El colectivo Las Libres aprendió que no todas participan en todas las luchas juntas; y que no todos los grupos tienen las mismas metas. A pesar de los reveses, amenazas y momentos de desánimo, Cruz respalda todas las decisiones adoptadas por Las Libres. Muchas de las justificaciones de las que se valió la Suprema Corte mexicana para despenalizar el aborto son las mismas por las cuales su grupo había abogado durante décadas.

 

Es una lección instructiva para las defensoras del aborto norteamericanas ahora que tienen que navegar la vida sin las protecciones que otorgaba el caso Roe vs. Wade.

 

“La batalla, la lucha sigue”, dice Cruz. “En Estados Unidos ahorita, tienen la gran responsabilidad de ayudar a las mujeres”.

 

 

Tina Vásquez es una periodista del movimiento que lleva más de una década informando sobre inmigración, injusticia reproductiva, género, alimentación, trabajo y cultura. Es redactora jefe de Prism y miembro de la junta del colectivo periodístico sureño Press On. Reside en Carolina del Norte y es miembro de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos. Este artículo ha sido publicado por YES! Magazine bajo una licencia Creative Commons. Este artículo fue traducido del inglés por Iris Amador.

 

 

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