• April 28th, 2024
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Visión de una Política Exterior Estadounidense Progresista


Durante la campaña presidencial de 2016, los progresistas que trabajan en temas de política exterior estadounidense tenían grandes esperanzas de que Bernie Sanders proporcionara un fuerte contrapunto a las opiniones de Hillary Clinton y Donald J. Trump. Esto nunca sucedió, en parte porque sus asesores optaron por enfocarse en los asuntos económicos que propiciaron el extraordinario ascenso de Sanders a la prominencia.

Eso cambió recientemente cuando Sanders dio un discurso en Fulton, Missouri, en el mismo lugar donde Winston Churchill dio el discurso de la “Cortina de Hierro” que marcó el comienzo de la Guerra Fría. Sanders presentó la visión más completa de lo que una política exterior estadounidense progresista debería tener de cualquier político importante en tiempos recientes.

En esta era de “falsas noticias” y cabezas parlantes de televisión, lo que más distinguía el discurso de Sanders era su sentido de la historia. Señaló que las acciones pasadas de Estados Unidos, como los golpes respaldados por Estados Unidos en Irán, Guatemala y Chile, tuvieron duras consecuencias negativas que han durado décadas, no sólo en términos de la pérdida de cientos de miles de vidas a manos de dictadores respaldados por Estados Unidos sino en la transformación de la política global. Este fue un refrescante cambio de la habitual retórica acrítica sobre el papel de América como líder en la lucha de la democracia contra la tiranía. Sólo reconociendo el papel histórico actual de Estados Unidos se puede trazar un nuevo rumbo.

Y mientras Donald Trump lanza la retórica de la guerra y la destrucción con respecto a Corea del Norte, Sanders nos recordó el valor de la diplomacia. Contrastó la guerra de Irak, donde cientos de miles de vidas se perdieron en un conflicto que originalmente se justificaba como una caza de armas de destrucción masiva, y el acuerdo nuclear de Irán, que retrasó el programa de armas nucleares sin que se gastara un sólo dólar. Y señaló que las consecuencias de la intervención en Irak continúan en las acciones de ISIS, que muy probablemente no se hubiera formado sin la intervención estadounidense en Irak.

Sanders también habló de devastadoras consecuencias humanitarias de la intervención liderada por Arabia Saudita en Yemen, que ha sido respaldada por las armas de los Estados Unidos y el apoyo logístico. Fue uno de los 47 senadores que recientemente votaron para bloquear la venta de bombas estadounidenses al régimen saudí, perdieron, pero se logró un enorme progreso desde que se inició hace unos pocos años, cuando nadie en el Congreso se atrevió a enfrentar el lobby saudita.

El aspecto más singular del discurso de Sanders fue su enfoque en la desigualdad global, un fenómeno flagrante que rara vez es discutido por los políticos estadounidenses. Exhortó no sólo a los bancos y las compañías petroleras, sino también a las compañías estadounidenses de armas que con demasiada frecuencia han utilizado su influencia para distorsionar la política exterior estadounidense de manera que hacen que la guerra sea más probable. Y citó el discurso de “complejo militar-industrial” de Dwight D. Eisenhower, que es más relevante hoy que cuando Eisenhower lo habló por primera vez hace más de 50 años.

El discurso de Sanders no era perfecto. Lo más notable es que omitió cualquier referencia a Israel o a los derechos de los palestinos. Pero habló sobre ese tema en la campaña 2016, y espero que lo haga de nuevo. Tampoco enfatizó la importancia de que los grupos estadounidenses establezcan vínculos con movimientos progresistas en otros países. Estados Unidos es una potencia mundial, y requerirá un movimiento global para cambiar el papel de los Estados Unidos en el mundo.

La pregunta ahora es cómo avanzar en la visión que Sanders estableció en su discurso en Missouri. Lo primero que debe suceder es que más colegas de Sanders en el Congreso defiendan la visión y las acciones que él expuso en su discurso. Y esperemos que el discurso inspire movimientos progresistas en los Estados Unidos para hacer de la política exterior una parte más central de sus plataformas y demandas.

Si la coalición de Sanders, se une organizaciones y activistas vibrantes en los movimientos de inmigración y de mujeres y Black Lives Matter, se uniera a la visión que él describe, podría crecer en Estados Unidos un nuevo movimiento contra la guerra, pro-diplomacia y pro-igualdad, que competiría con el movimiento por la paz de los años sesenta y setenta. Y no puede tardar más.

William D. Hartung es director del Proyecto de Armas y Seguridad del Centro de Política Internacional y columnista de Americas Updater/Boletín Américas.