• April 29th, 2024
  • Monday, 06:58:43 AM

Los Receptores de DACA Son un Activo Valioso


Photo/Foto: Courtesy Gabriela Rodríguez

Gabriela Rodríguez

 

Nota del Editor: Gabriela Rodríguez se une a The Weekly Issue/El Semanario como columnista mensual.

Un cierre del gobierno de 35 días terminó sin resolución ya que Donald Trump se niega a ceder su falsa muestra de patriotismo e interés por la seguridad y la libertad del pueblo estadounidense al insistir en construir un muro. Si Trump realmente tuviera el mejor interés para la nación, su control no estaría estrangulando el poder intelectual, político e ideológico de este país sobre lo que el senador de Colorado Michael Bennet llamó un muro inutil.

Incluso antes de la actual administración de la Casa Blanca, la reforma migratoria ha sido difícil de lograr. Los jóvenes indocumentados se ahogaban en el abrumador rechazo de las instituciones sociales, económicas y políticas de Estados Unidos.

El ex presidente Barack Obama empleó políticas de inmigración cuestionables mientras estaba en el cargo y la base que construyó sobre una plataforma de derechos de los inmigrantes permaneció desilusionada cuando dejó el cargo. Bajo su administración, los fondos del Congreso para la aplicación de la ley federal de inmigración aumentaron y superaron los fondos para todas las demás agencias de aplicación de la ley criminal combinadas. Su administración llevó a cabo un mayor número de deportaciones, dando prioridad a los criminales y a los que han cruzado la frontera recientemente para disuadir la continua inmigración ilegal a los Estados Unidos.

Vivir como inmigrante en una nación que los rechaza sistemáticamente es como vivir en una dimensión simultánea y paralela. Se puede ver, tocar, oír y moverse en los mismos espacios que los ciudadanos estadounidenses, pero las reglas de la naturaleza y el orden natural difieren ligeramente.

La estrategia de Obama redefinió las prioridades de inmigración y poco a poco comenzó a replantear las prioridades en torno a aquellos que estaban bien integrados en sus comunidades y no tenían antecedentes penales. Arrojó a los inmigrantes indocumentados dentro del país una cuerda de salvamento al usar su poder ejecutivo para aliviar los principales puntos débiles mediante la creación del Programa de Acción Diferida para las Llegadas de Niños (DACA, por sus siglas en inglés).

La concesión de una identificación adecuada, autorización de empleo y un acceso más amplio a la educación superior a los jóvenes adultos indocumentados generó beneficios económicos y educativos para todos los involucrados.

Según una encuesta de la Universidad de California, San Diego; United We Dream (UWD), el Centro Nacional de Leyes de Inmigración (NILC), y el Centro para el Progreso Americano, debido a una mayor participación en la fuerza laboral, los beneficiarios de DACA están aumentando los ingresos fiscales, ofreciendo habilidades muy buscadas que benefician a sus empleadores como el bilingüismo, y contribuyendo a sus comunidades locales como propietarios de pequeñas empresas. Han utilizado sus nuevas oportunidades económicas y sociales para elevar a las comunidades marginadas que fundaron su resiliencia y perseverancia. Los beneficiarios de DACA reclamaron sus comunidades como maestros, organizadores comunitarios y educadores financieros. Líderes públicos comprensivos han acogido con beneplácito sus esfuerzos por mejorar las condiciones de todo el pueblo estadounidense.

Obama vio el problema de la presencia ilegal como una amenaza a la promesa de justicia, libertad y búsqueda de la felicidad para todos. El entendió el fundamento de la nación desde hace mucho tiempo sobre el sacrificio y la humildad de los inmigrantes. Como líder y servidor público, no podía quedarse de brazos cruzados viendo a cientos de miles ahogarse en los confines de su tierra prometida. Con sus acciones reconoció que la fuente del problema de la inmigración de la nación estaba dentro de sus instituciones políticas junto con su política interna y externa. Reconoció la incapacidad de su administración para dejar de lado la política y decidió responder a la crisis inminente que la gente enfrentaba.

Aunque la reforma migratoria ya era un problema difícil, fue vergonzoso que las instituciones democráticas más respetables de la nación redirigieran su energía a especulaciones y redefiniciones de las débiles propuestas de inmigración de Trump.

El muro fue una promesa de campaña que creó para sí mismo y que arrastró a su tercer año de presidencia. Periodistas, políticos y electores se han visto envueltos en debates sobre el muro, empezando por si construirlo o no, hasta especulaciones sobre lo que él quería decir con la palabra «muro». Estos diálogos transformaron una barrera física para mantener alejados a los forasteros en un esfuerzo humanitario para prevenir la muerte y las situaciones difíciles para los seres humanos. A medida que el país se ha visto obligado a comprometerse con la idea, Trump y sus defensores improvisaron un significado más profundo para ella.

Los estadounidenses merecen una legislación bien pensada que promueva el progreso económico, social y educativo de la nación. Los beneficiarios de DACA, con su lealtad inquebrantable a los valores estadounidenses y su probada intención de llevar a sí mismos, a sus comunidades y a la nación que los une al pueblo estadounidense, ofrecen un futuro mejor. Somos una circunscripción demasiado valiosa para que la nación apueste por ella.

En los últimos tres años, Donald Trump ha puesto en peligro los logros que esta nación estaba logrando al revivir su capital de inmigrantes y al utilizar a los beneficiarios de DACA no por su fuerza y capacidades comprobadas, sino como muestra de temor.

El muro es un gesto, un esquema de solución rápida en línea con el enfoque de Trump hacia la política y los negocios. Aprovecha las actitudes xenófobas y fija la culpabilidad de las condiciones económicas y criminales de las naciones sobre una población vulnerable. Trump se está metiendo con los impotentes, rescindió DACA sólo para tratar de vender una oferta diluida y limitada que nos ha devuelto.

El muro es una representación física de una estrategia política, arraigada en la división, para monopolizar el poder. Aísla a las personas que emigran del resto del mundo.

Vivir como inmigrante en una nación que los rechaza sistemáticamente es como vivir en una dimensión simultánea y paralela. Se puede ver, tocar, oír y moverse en los mismos espacios que los ciudadanos estadounidenses, pero las reglas de la naturaleza y el orden natural difieren ligeramente. Hay consecuencias que sólo las personas que han sido oprimidas pueden experimentar en el mundo, intenciones que pueden ser percibidas, y sonidos que sólo se escuchan en la dimensión integrada.

No hay nación que acepte o reclame a los que emigran. Cada vez más, el mundo se siente como un lugar poco acogedor. Este muro sólo se suma al paisaje de una gobernanza inadecuada y poco comprensiva que da prioridad al poder sobre la cooperación.

 

Gabriela Rodríguez es una Asociada de Abogacía y Participación Comunitaria en las Escuelas de KIPP Colorado. Se especializó en Periodismo/Comunicaciones en la Universidad Estatal Metropolitana en Denver, Colorado.

 

Traducción por Juan Carlos Uribe-The Weekly Issue/El Semanario.

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