• April 30th, 2024
  • Tuesday, 04:10:51 AM

La Gran Patraña


Foto: Jill Holslin/Sierra Club Madre e hijo a punto de entregarse a la Patrulla Fronteriza en busca de asilo.

Javier Sierra

 

Donald Trump mintió un promedio de 15 veces al día en 2018, el triple que en 2017, según un estudio del Washington Post.

El total aumentó dramáticamente durante los 35 días que duró su cierre gubernamental, cuando Trump avivó la xenofobia de sus votantes diciéndoles que miles de seres humanos —en realidad migrantes derrotados por la miseria, la violencia y el cambio climático— amenazan la seguridad nacional.

Y tras su derrota política más espectacular al rendirse y reabrir el gobierno, Trump amenazó con volver a hacerlo y declarar una emergencia nacional para que las Fuerzas Armadas construyan su descabellado muro medieval. Los hechos, sin embargo, han desnudado su gran patraña, su “crisis fronteriza”.

Según su propio Departamento de Seguridad Nacional, en el año fiscal 2017, las autoridades de inmigración registraron el menor número de cruces fronterizos indocumentados de la historia. En el suroeste de la frontera, el número de arrestos fronterizos en el año fiscal 2018 cayó a su nivel más bajo en 46 años. Según la Patrulla Fronteriza, los arrestos de migrantes mexicanos se redujeron en un 90% desde 2000. Y entre 2010 y 2017, el número de indocumentados en el país se redujo en un millón de personas, de 11,7 a 10,7 millones, de acuerdo con el Centro para Estudios Migratorios. Incluso sus propios servicios de inteligencia testificaron ante el Congreso que no hay emergencia fronteriza. ¿Crisis, qué crisis?

“Vemos a padres que han sido deportados tras muchos años en Estados Unidos y separados de sus hijos. Y uno de ellos me dijo, ‘Los ojos tienen su oportunidad de llorar, pero el corazón nunca deja de llorar’.”
Joanna Williams

Lo que sí es verdad es que la cruel orden de Trump de separar a familias inmigrantes en la frontera resultó ser mucho peor de lo inicialmente admitido. Una auditoría del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) estimó que “miles” de niños más de los reconocidos por la administración Trump fueron separados de sus familias en la frontera.

“Lo que es asombroso para nosotros es la inhumanidad de Estados Unidos concerniente al trato que reciben las familias inmigrantes”, dice Joanna Williams, directora de educación y defensa de la Iniciativa Fronteriza Kino, un grupo católico que ofrece servicios humanitarios a los migrantes en Laredo, México.

Según Amnistía Internacional, la administración ha separado a unas 8.000 unidades familiares entre 2017 y 2018, en lugar de las 2.737 que había reconocido el HHS.

“Vemos niveles muy altos de estrés, miedo y ansiedad entre los migrantes”, agrega Williams. “Una familia del estado de Guerrero nos dijo: ‘Los narcotraficantes quieren arrebatarnos a nuestros hijos, y llegamos aquí en busca de seguridad para ver que Estados Unidos también quiere llevárselos’.”

Estudios realizados en Rumanía, Australia y China demuestran que la separación para los niños puede ser catastrófica y cambiar sus cerebros para siempre. Charles Nelson, pediatra de la Escuela de Medicina de Harvard y experto en separaciones, confesó al Washington Post que sus observaciones le han llevado a las lágrimas. Al crecer, dice, los niños separados desarrollan mucho menos sus cerebros, su actividad cerebral es mucho más débil y sus coeficientes intelectuales son muy inferiores. La separación, agrega, quiebra los fundamentales lazos biológicos entre el niño y su madre, un vínculo esencial para el normal desarrollo emocional del menor.

Pese a haber suspendido la orden de separación de familias en la frontera, la administración Trump no muestra arrepentimiento alguno, ni Trump ha corregido sus insultos a estos migrantes.

“Hemos albergado migrantes que nos han dicho, ‘¿Ustedes nos consideran animales? Porque hemos visto que en Estados Unidos nos ven como animales’,” comenta Williams, agregando que esto afecta su sentido de la dignidad y amor propio, además de los impactos físicos de la migración.

Los hispanos a ambos lados de la frontera estamos exhaustos de ser el chivo expiatorio de Trump y los matones de su política migratoria, exhaustos de ser su piñata para avivar el fervor xenofóbico de sus seguidores.

“Vemos a padres que han sido deportados tras muchos años en Estados Unidos y separados de sus hijos”, dice Williams. “Y uno de ellos me dijo, ‘Los ojos tienen su oportunidad de llorar, pero el corazón nunca deja de llorar’.”

El 25 de enero, Trump se estrelló contra un muro de resistencia y reabrió el gobierno federal. Quién sabe qué nos depara el futuro. Pero ahora al menos los hispanos no estamos completamente a su merced.

 

Javier Sierra is a Sierra Club columnist,  @javier_SC.

 

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