El cuerpo de Pedro Hernández vive en México, pero su corazón está en Elyria, Ohio.
El “gigante amable”, trabajador y hombre lleno de nobleza fue deportado y alejado de Seleste, su esposa estadounidense, y sus niños ciudadanos de este país en septiembre de 2017, debido a la política de deportación masiva del presidente Trump.
Anteriormente, Pedro solicitó un permiso de trabajo ejerciendo uso de la discreción procesal (por ejemplo, él no era una prioridad de deportación debido a su buen carácter y sus contribuciones). Trabajó duro para mantener a su familia, pagó impuestos y era quien principalmente cuidaba de su hijo Juan, quien padece de parálisis cerebral severa. Pedro era el único en la familia que podía levantar a Juan y colocarlo en su cama, su silla de ruedas y bañarlo.
Ahora, seis meses después de su deportación, la familia se enfrenta a una dura batalla para salir adelante cada día. La lacerante nota del programa “Aquí y Ahora”, de Univision, ofrece un panorama del significado de la “vida” después de una deportación, al entrevistar a Pedro en México y a Seleste y su hija Stephanie en su casa en Elyria. Al comentar sobre sus llamadas telefónicas diarias con Pedro, Seleste dice: “Pero yo le digo a él que estoy bien, que todo está bien, pero en realidad… yo no puedo más”.
Vea el segmento completo del programa “Aquí y Ahora”, de Univision.com. Lea más sobre la familia de Pedro y su caso de deportación Americasvoice.org.
Sus amigos han abierto una cuenta en GoFundMe para ayudar a Seleste y a su familia en estos difíciles momentos: www.gofundme.com/n3vte-help-seleste.
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