• May 6th, 2024
  • Monday, 03:09:25 PM

El Verano de Nuestro Descontento


Foto: cortesía de NASA El Lago Mead secándose durante los años.

 

Javier Sierra

 

El Hemisferio Norte del planeta ha sufrido el peor verano de su historia. China sobrevivió la peor sequía desde que la humanidad tiene registros; el Suroeste de Estados Unidos, la peor en 1,200 años, y Europa Occidental, la peor en 500 años.

 

El Lago Mead, la mayor represa de Estados Unidos, se encuentra en su nivel más bajo desde que se construyó en 1937. El embalse y el río Colorado que lo alimenta son la principal fuente de agua de millones de residentes del Suroeste, incluyendo 20 millones de latinos.

 

¿Está usted en favor de la industria de combustibles fósiles empeñados en destruir la atmósfera del planeta o en asegurar un futuro próspero y vibrante a futuras generaciones?

 

Pero este es solo un síntoma del acelerado avance de la crisis climática en el mundo, y sobre todo del mundo latino. Nuestra comunidad en particular y América Latina en general sufren desproporcionadamente los efectos de esta emergencia planetaria.

 

El CO2, sobre todo procedente de las emisiones de combustibles fósiles a la atmósfera, ha llegado a su nivel más alto en 4,5 millones de años. Por entonces, el nivel del mar era 50 pies más alto que el de hoy en día.

 

No tenemos más que abrir la ventana para comprobar que la crisis climática ya está aquí. El Huracán Fiona ha dejado a millones de puertorriqueños sin luz, sin agua y casi sin esperanza. Inundaciones bíblicas han desplazado a 30 millones de pakistaníes. Miles de personas han muerto por las olas de calor en Europa Occidental, y tantas y tantas tragedias más que el clima extremo está causando en todo el planeta.

 

Según un reporte del Centro para Progreso Sustentable de Deloitte, la inacción climática podría costar a la economía mundial $138 billones (trillions en inglés) para el año 2070. Un nuevo estudio del Instituto Francis Crick de Londres, reveló que la contaminación fósil juega un papel fundamental en el origen del cáncer, especialmente de pulmón.

 

¿Por qué sigue la humanidad envenenándose a sí misma y al planeta? Es la pregunta que debemos hacer a la industria de combustibles sucios que insiste en destruir la atmósfera y nuestra salud a cambio de ganancias estratosféricas.

 

Pero incluso cuando se les pregunta, nos mienten. Una comisión del Congreso tuvo acceso a comunicaciones internas de las petroleras que revelan las promesas huecas de la industria de combatir la crisis climática. En un email interno, Shell indicó a sus empleados que su compromiso de alcanzar cero emisiones “no tenían nada que ver con nuestros planes comerciales”. “Ejecutivos petroleros se están riendo de las personas que tratan de proteger el planeta al mismo tiempo que saben que lo están destruyendo”, dijo el informe de la comisión.

 

Pese a todo esto, la lucha climática se apunta victoria tras victoria. El Senado acaba de ratificar la Enmienda de Kigali al Tratado de Montreal, para acabar con la fabricación de los supercontaminantes climáticos hidrofluorocarbonos. Su efecto en el calentamiento de la atmósfera es tan extremo, que su eliminación evitará dicho calentamiento en medio grado centígrado, una enormidad.

 

Un estudio de la Universidad de Oxford reveló que cambiar de energía sucia a limpia ahorrará al mundo $12 billones (trillions) para 2050. Otro de Stanford University concluyó que la transición a una economía de energía limpia se amortizará en solo seis años. Más personas trabajan en la industria de energía limpia que en la de energía sucia.

 

El verano de nuestro descontento nos debe motivar para preguntar a nuestros políticos, ¿está usted en favor de la industria de combustibles fósiles empeñados en destruir la atmósfera del planeta o en asegurar un futuro próspero y vibrante a futuras generaciones?

 

Es la pregunta del siglo.

 

Javier Sierra escribe la columna mensual bilingüe del Sierra & Tierra.

 

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